Emprender o comenzar un nuevo proyecto es algo apasionante y también un motivo de celebración, pero también puede ser un proceso complicado y a veces difuso ¿Qué es lo que tengo que saber para comenzar con buen pie?
Vayamos por partes. Si tu intención fuese contratar un diseñador o agencia él o ella te diría ¿Qué quieres transmitir? ¿Qué necesitas? Pero es muy posible que, si nuestro proyecto es muy reciente, ni siquiera sepamos cómo responder bien a estas preguntas. Es más, muchas veces te preguntarás si realmente estás invirtiendo prematuramente por no tenerlo “tan claro”.
*Creo que es importante aceptar “el no lo sé” como algo natural. Lo importante es comenzar a establecer el espectro de ideas que tendrá nuestra marca/negocio para comenzar a eliminar lo no esencial para llegar a conceptos más sencillos y exactos.
Entonces, ¿Qué tengo que saber si estoy apunto de arrancar mi negocio?
Para que nuestro público entienda nuestra marca tenemos que entenderla nosotros primero. Esto implica que nos tomemos nuestro tiempo para conocerla, explorar la idea, profundizar en ella y hacerla cohesiva y transparente:
Si podemos responder a estas preguntas ya tenemos una gran parte para crear una marca intencional y alineada con nuestros objetivos.
Si alguna vez has tenido un logo para algún proyecto anterior habrás podido comprobar que no siempre se adapta bien a todas las situaciones o formatos. Por ejemplo, en tu página puede quedar perfecto pero puede que necesites algo más simple
para tu favicon, tarjetas de visita, newsletters, etc.
¿Te suena? Seguramente sí 🙂
Si quieres que tu imagen tenga un mensaje mucho más estético y conecte mejor lo mejor es tener al menos dos logos. Uno primario y otro secundario.
Es el nombre de tu marca, y será siempre tu distintivo. Será el que utilices en tu página, newsletter y emplazamientos más oficiales y específicos.
Puede ser un monograma, una pequeña ilustración. Casi siempre algo más sencillo y minimalista, muchas veces extraído de nuestro logo principal. Lo utilizaremos como favicon y en espacios donde necesariamente queramos incluir nuestra marca de una forma más sutil, como en sellos, tarjetas, pegatinas, etc.
Este elemento no siempre es imprescindible, pero le da musicalidad, por decirlo de alguna forma. Puede ser una frase, un lema, un leitmotiv. Y muchas veces sirve para clarificar lo que hacemos si nuestro logo no lo define del todo, y sobre todo, es muy usable en muchos contextos.
Deberán haber 3 esenciales, seguramente más neutros y definirán tu carácter. Por ejemplo, uno principal para el de tu logo, otro de fondo, un tercero para botones, etc.
Cuando nuestra imagen está algo más evolucionada podemos incorporar más combinaciones que nos permitan hacer más memorables, servicios, campañas, etc.
Muchas veces algunas marcas que juegan con una perspectiva vintage, por ejemplo, incorporan muchas combinaciones sin que ello suponga un exceso, incluso puede ser algo temporal. Todo dependerá de lo que queramos transmitir a nuestro público.
Al igual que ocurre con los colores corporativos nuestras tipografías son un gran generador de atención y pueden moldear totalmente el carácter de la marca.
Normalmente podemos elegir de 3 a 4, que pueden incluirse en nuestro logo o no.
Estableceremos una fuente para títulos, subtítulos y cuerpo de texto. Y las utilizaremos cohesivamente tanto en nuestra página como en diseño colateral, impresión efímera y demás canales como redes sociales.
Crear un código tipográfico es fundamental para transmitir profesionalidad.